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Rectorado Nuevo de LUZ

"Las religiones no nos separan, sino que nos unen"

Monseñor Édgar Peña, Nuncio Apostólico y Doctor Honoris Causa de LUZ. De acuerdo con el sacerdote, las labores de la iglesia y sus creyentes contribuyen profundamente con el desarrollo del país. “Deseo que en Venezuela siga existiendo democracia y paz; que siga siendo un país de libertades y respeto”, afirma.

Roberto Torres Luzardo

 

  
Según el sacerdote, los venezolanos luchan cada día para que el ambiente violento no les contamine el alma.
Foto: Larry Parra Queipo
 

De impecable sotana negra, sencillas gafas y un rosario de oro pendiendo de su cuello, monseñor Édgar Peña Parra relata –en un salón del Maczul– sus vivencias durante esta visita a su ciudad natal. Su voz –cálida, pacífica y sensata– habla sobre su personalidad: la simplicidad y la mesura son rasgos distintivos de este sacerdote, quien es el primer venezolano en recibir el nombramiento de Nuncio Apostólico de la Santa Sede.


Entre sus frases se deja entrever un profundo amor por el trabajo de la iglesia y sus creyentes. Cree profundamente en la importancia de una educación actualizada al vertiginoso correr de los tiempos. En tono conciliatorio, apunta hacia un entendimiento entre la fe y el saber científico, que desde tiempo inmemorable han estado enfrentados.


Se marchará, en unos días, a representar a la Santa Sede en Pakistán. Una nación musulmana, en su inmensa mayoría, donde los conflictos religiosos no son novedad. Su solución: el reencuentro y entendimiento entre los distintos credos. “Dios nos enseña que debemos sentarnos, apreciarnos y conocernos”, afirma. 


Minutos después de haber recibido el Doctorado Honoris Causa de la Universidad del Zulia –y afirmar ser “hijo de LUZ” ante un aforo repleto–, se sentó a exponer sus visiones del mundo desde la amplia perspectiva que su formación como estudioso de la filosofía, el derecho canónico y los derechos humanos le permiten.

Tenemos una sociedad primordialmente católica pero que es, a todas luces, violenta. ¿Cómo se explica esta contraposición? 


Creo que esa es una lucha constante que tiene el venezolano creyente por no dejarse llevar por el ambiente que le rodea, sino afianzarse en sus principios y valores. En Venezuela, el hombre y la mujer de fe luchan cada día, trabajan y se esfuerzan para que este ambiente violento e inseguro que nos rodea no les contamine el alma.

Desde la iglesia católica, ha habido experiencias enriquecedoras para la construcción de una mejor sociedad. Por ejemplo, la Fundación Fe y Alegría. A su juicio, ¿cuáles son las labores de impacto para el país que el catolicismo ha desarrollado?


Hay obras importantes que no están dirigidas por la iglesia, pero sí por católicos. Recientemente visité la Biblioteca Pública del Estado y es un lugar hermoso: una institución que está prestando un servicio de primer orden. También visité la Casa del Niño con Cáncer, cuya presidenta, Egda de Márquez, es una mujer católica que es un baluarte para el Zulia. Esta es otra institución bien llevada y fruto del trabajo en conjunto, como predica la iglesia. Así pudiéramos detenernos a mencionar muchos casos, como Fe y Alegría, Niños Cantores, las Escuelas Arquidiocesanas y tantos colegios religiosos que en silencio hacen un trabajo extraordinario. Son labores que hacen un bien inmenso y de amor por el estado y el país.

La Universidad reconoció recientemente –también con el doctorado Honoris Causa– la labor investigativa del padre salesiano y profesor Alejandro Moreno con las comunidades de bajos recursos. ¿Qué opinión les merecen los acercamientos investigativos a las comunidades populares?


Me parece fundamental, porque la mayoría de nuestra población son nuestros hermanos pobres. Hacia ellos tenemos que trabajar y por ellos tenemos que preocuparnos. No conozco la obra del padre pero estoy seguro, dado que es un compañero Honoris Causa e hijo de LUZ, que estará adelantando un trabajo muy importante. Como ese, hay muchísimos trabajos e iniciativas de distintos tamaños que en el país se hacen por los más olvidados.

Es evidente que las universidades requieren una transformación. ¿Qué rol debe representar la universidad, hoy por hoy, según su visión?


La educación de hoy tiene que responder a los retos de hoy. A los retos que tenemos y todo lo nuevo que estamos viviendo. Sin embargo, lo nuevo no puede hacernos perder lo que es eterno: los valores, los principios, porque eso es lo que construye un país. Y en medio de esos valores está Dios, quien hace que el saber sea completo. No podemos sacar a Dios de la educación.
 
Históricamente, el saber científico y las religiones han estado en pugna. ¿Cómo pondera usted la relación entre ambos conceptos?


Creo que quien desee profundizar sobre este tema debe leer al papa Benedicto XVI. Él ha hecho una gran contribución sobre eso que hemos llamado “el encuentro entre razón y fe”. En los documentos y libros que ha escrito, ha insistido en que no hay una ruptura entre el saber y la fe: hay un complemento. Debe existir un diálogo para que haya un entendimiento superior. En eso está basado todo el trabajo de Benedicto, quien es un hombre intelectual.

A pocos días de emprender su viaje hacia el continente asiático, ¿cómo planea acometer su trabajo diplomático? ¿Con qué escenario se encontrará en tierra pakistaní?


Como diplomático, recibiré las instrucciones que el Santo Padre tenga a bien darme. Esa será la prioridad, porque no nos representamos a nosotros mismos sino a una nación, en este caso somos enviados de El Vaticano. En lo personal, creo que es necesario, en un país que tiene una mayoría musulmana, acompañar a esa minoría católica, que ronda el millón y medio. Estar presente en medio de ellos como un servidor. Lo otro es el diálogo interreligioso con el mundo musulmán. Debemos dialogar con quien sea necesario para que todos entendamos que somos hermanos y que las religiones no nos separan sino que nos unen.

Quizás pase mucho tiempo antes de que pueda regresar a su tierra de nuevo. ¿Cómo espera que se encuentre la sociedad venezolana dentro de, por ejemplo, cinco años?


Como ya lo he dicho, espero que siga su camino. Que siga su devenir histórico, que cada pueblo y sociedad realiza. Deseo que en Venezuela siga existiendo democracia y paz; que siga siendo un país de libertades y respeto porque eso es el fundamento de una sociedad. Que se respeten los derechos humanos, porque éstos no se conceden: son inherentes al hecho de ser humanos. Que en Venezuela eso se viva a plenitud. Así quisiera ver a Venezuela, no en cinco años: quisiera verla así siempre.

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